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El día 22 de este mes aparecía en el diario La Voz de Galicia la curiosa noticia de Marcelino Vázquez, betanceiro que lleva unos dos años intentando ceder al Ayuntamiento coruñés el bajo de un edificio situado en el número 1 de la calle San Pablo, en Orillamar, con más de 220 metros cuadrados útiles y donde, en estos momentos, "los vecinos guardan allí coches y un señor tiene allí unas cosas de trabajo".
Aunque recibe una renta mensual de 400 euros por el local, Marcelino insiste en su deseo de cederlo, y por ello ha asistido a una entrevista en el palacio de María Pita con Carlos González-Garcés "y dos altos cargos del Ayuntamiento" tras la que aún "no me contestaron nada", ha acudido varias veces a Casa Paredes donde no consigue que le atienda la persona adecuada e, incluso, ha intentado tratar el tema con la oposición a la alcaldía hablando con Carlos Negreira, quien "me atendió muy bien pero de momento tampoco he sabido nada".
Desde luego, hoy en día resultan loables este tipo de acciones desinteresadas realizadas por ciudadanos normales y corrientes, a la vez que resulta penoso que la Administración no sea capaz de proporcionar una respuesta satisfactoria, demostrando así que no sólo son deficientes los recursos técnicos sino también los humanos y, en ocasiones, la falta de ganas de "hacer bien las cosas" o de buscar soluciones.
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